lunes, 6 de abril de 2009

XIII- La casona


La casona de los Mèndez Larsen se veìa a la distancia llena de luces, no importaba la espesa arboleda que la rodeaba ni los cercos hoy adornados con flores rosadas, todo brillaba, el dìa habia llegado. Adela se paseaba nerviosa en su cuarto mientras la peluquera terminaba los ùltimos toques a su peinado, el vestido aguardaba en el respaldo del sillòn, a lo lejos se escuchaba el bullicio de la gente que iba llegando, la mùsica suave invadìa las escaleras, el salòn principal era un hervidero de mozos que ultimaban detalles a las mesas.

¿Dònde estaba su madre? Se habia ido a cambiar hacìa ya rato y ella sabìa que no se atreverìa a salir sola, por primera vez se dio cuenta que no era tan valiente como creìa, le temblaban las manos y el pensar sobre toda la gente que estarìa pendiente de su entrada le causaba pànico.
Repasar los detalles que le fueron enseñando le daba cierta confianza; còmo debìa bajar la escalera, tomar el brazo de su tìo que estarìa esperàndola al pie de la mìsma, su madre la habìa instruido en modales que ella jamàs habia imaginado que llegarìa a conocer. Poco a poco fue descubriendo en Mariel a esa mujer fina y delicada de la que todos le hablaban, una llama de admiraciòn y envidia iba naciendo en su interior.
Perpleja quedò cuando la viò entrar a su cuarto, esa mujer no podìa ser su madre...se parecia màs a una modelo, èsas , que posaban en las revistas que tanto viò para elegir el diseño del vestido; esbelta, con un vestido discreto pero elegante, el cabello recogido, el maquillaje apenas remarcando las bellas facciones y su sonrisa, esa sonrisa que lo iluminaba todo.
Su distinciòn se respiraba a la par de su perfume de Dior.
Ya era hora, se vistiò y el espejo le devolviò una imagen maravillosa, aùn no podìa creer todo lo que estaba pasando, 43 dìas de ensueño en espera de este momento y habia llegado.
Los acordes se escucharon mas fuertes, ya no era la mùsica de fondo, era la orquesta que anunciaba su apariciòn, mirò a su madre casi con desesperaciòn, ella la acompañò hasta la puerta y con una seña delicada le indicò que comenzara el descenso.

La respiraciòn parecìa que se le habìa suspendido aunque respiraba, los ojos miraban sin ver a la multitud, escalòn a escalòn estaba entrando en la "sociedad" del lugar al mejor estilo de una princesa, asì se sentìa, asì la miraban.

Roberto, al pie de la escalera con riguroso smoking negro disfrutaba de la vista, su sobrina habìa cumplido sus expectativas, sabìa que habia gran labor de su hermana en esa niña salvaje y egoìsta, todo el mundo hablarìa de la fiesta en la gran casona, èl se habìa ocupado de invitar al intendente, los concejales, todo el medio polìtico. El diario local, lo habìa titulado; "El acontecimiento social del año" y en verdad lo era, "los Larsen" estaban otra vez en boca de la gente, no por escàndalos familiares sino por recuperar el antiguo esplendor, su objetivo se habìa cumplido, esa jovencita no tenìa nì idea de lo que eso significaba, èl sì.

La noche se hizo interminable, Adela recibìa halagos a cada paso, no le importaba que tan sinceros eran, simplemente los disfrutaba, bailò con todos los que tomaban su mano, riò, se ruborizò, ya casi no sentìa los pies de tan doloridos pero se habia jurado no quitarse los zapatos de tacòn. Federico la miraba incrèdulo, esa muchachita no se parecìa en nada a su hermana, ¿què le habian hecho?.
Ya por la mañana un aroma a chocolate caliente despabilaba a los invitados màs trasnochados, nadie querìa irse. Los mozos rogaban por el final, habia sido una fiesta agotadora, intensa, exigente. La mirada atenta de Mariel supervisaba cada detalle, Roberto sabìa de la capacidad de su hermana y no objetò absolutamente nada.

Se repartieron los souvenires y se diò por concluìdo el evento, exhaustos pero màs que satisfechos se retiraron a sus cuartos.
El personal de servicio comenzò la ardua tarea de limpieza y Adela la ardua tarea de revisar los regalos que fueron trasladados a su habitaciòn, era la ùnica que aùn no tenìa sueño.


miércoles, 2 de enero de 2008

XII- Comienzan los preparativos

Detrás de la puerta se escuchaba una mezcla de llanto y rezongo, Mariel se detuvo antes de tocar tratando de adivinar cómo sería la imagen que vería al entrar al cuarto...sin pensar más tocó...una voz gruesa, irreconocible le contestó:
-quién es?...
.Un carraspeo...
-adelante- reconoció ya la voz de su hija-

Avanzó hacia la cama donde Adela se refregaba los ojos queriendo borrar las huellas de las lágrimas.

Por primera vez en años la abrazó, al principio parecía que iba a retroceder ante esa muestra inusual de cariño de su madre pero se dejó...como un animalito herido e indefenso se dejó acariciar la cabeza, sin palabras, nada más que el simple acto de acariciar se sintió reconfortada.
Su mente se fue muy lejos, a esos años de su niñez cuando su madre la tumbaba sobre su regazo y lenta, pausadamente le acariciaba el cabello, la espalda, esa ternura que ya habia olvidado la invadió de repente.
Qué habia pasado?...En qué momento se habían distanciado tanto?...Por qué últimamente parecían enemigas?...

Nuevamente el cuerpo juvenil ajustó la tensión, como si un dispositivo hubiera accionado todos sus nervios se incorporó, la miró a los ojos...habia desaparecido la niñita indefensa, la adolescente irascible habia vuelto...Mariel la miraba; sus ojos negros, profundos desafiaban de frente.
Calmadamente, con voz pausada le dijo que el tema de los invitados era sencillo de solucionar-el gesto de Adela se aflojó-se incorporó y recorriendo la habitación mientras hablaba le dijo que lo dejara en sus manos que aún conservaba amigos de la zona que tenian hijos o hijas de su edad.

Imperceptiblemente Adela sonrió.

Los días siguientes fueron el comentario de todo el lugar, tanto Roberto como Mariel cursaban las invitaciones para la que sería la fiesta más prometedora del pueblo, nadie quería perdérsela por un motivo u otro se había trasnformado en el evento social de chisme obligado en la peluqueria, el almacén o el consultorio del dentista.

Mariel poco a poco fue recuperando su sociabilidad, con la excusa de la fiesta de su hija contrató servicio de pastelería, dos mucamas más y la casa iba tomando un movimiento festivo que Roberto no veía desde la época de su juventud, internamente se sentía como pez en el agua.

Ni Adela imaginaba en las más delirantes de sus elucubraciones semejante despliegue, las visitas a la modista para su vestido fueron su mayor desvelo, por primera vez valoró la compañía y asesoramiento de su madre, advertía su buen gusto y el respeto de la modista al consultarla , en varias conversaciones entre ellas escuchó como la mujer le preguntaba de París y se sorprendió al saber que la juventud de su madre habia transcurrido entre viajes y fiestas de la alta sociedad europea. No podía dejar de preguntarse cómo había vuelto a "enterrarse" en este pueblucho, solamente abandonaba esos pensamientos para contemplar embelesada los detalles de su vestido.







martes, 4 de septiembre de 2007

XI- El cumpleaños

Ya habían pasado 8 meses de la mudanza a casa de Roberto y Adela se había transformado en la persona dominante de la casona, Federico había conseguido una changa en el campo de Los funes y hacía más de un mes y medio que ni se lo veía. Mariel evitaba cualquier enfrentamiento por los quehaceres o la comida, las discusiones entre ella y Adela eran moneda corriente ya ni Roberto les prestaba atención.
En breves 42 días sería su cumpleaños número 15, encerrada en su habitación Adela planeaba paso a paso su sueño más anhelado, su fiesta; sabía que su madre no era la mejor de sus aliadas y lo peor es que últimamente parecían perro y gato, con Fede no podía contar en lo más mínimo le quedaba solamente su tío Roberto pero...¿cómo organizar la fiesta de una jovencita con un viejo cascarrabias que además cuando la veía simplemente la ignoraba?
Su maestra le contaba como eran las fiestas de las señoritas del lugar, ella no había sido invitada a ninguna por lo cual le era imposible siquiera imaginárselo. Le hablaba de la fastuosidad de los salones adornados, de los vestidos bordados, de los manjares en las mesas repletas de comensales, del vals y la música orquestada...ella se imaginaba en ese escenario cada noche.
En la mañana del domingo se levantó presurosa, encendió la cocina; acomodó la gran pava de metal sobre el fuego, dispuso las tazas sobre la mesa, la azucarera en su sitio, las servilletas, revisó que nada faltara, les iba a dar a su madre y a su tío un gran desayuno. Las tostadas humeantes se apilaban en el plato central, la manteca y mermelada a la derecha del lugar de su tío, ella sabía a la perfección cómo su madre lo consentía. El aroma a café recién hecho sorprendió gratamente a Mariel y Roberto que se sentaron alrededor de la mesa predispuestos de la mejor forma a pasar el mejor de los desayunos domingueros. Entre comentarios del clima y otros temas Roberto les contó las andanzas de un nuevo peón de la estancia que no daba pié con bola, todo lo hacia mal y era el blanco de las burlas generales, entre risas y ahogos, Mariel festejaba los comentarios de su hermano que daba con lujo de detalles las metidas de pata del personaje en cuestión. Adela como pantera agazapada esperaba su momento...solo se escuchaba el ruido de las tazas cuando se decidió.

_El 18 del mes que viene es mi cumpleaños.
Silencio.
_Cumplo 15 años.
Dos pares de ojos la miraban interrogantes. Sin entender.
Roberto rompió silencio.
_ Y usté que quiere de regalo mi hijita?
_La fiesta - Le salió apenas un hilo de voz...se acomodó la garganta.
_La fiesta - repitió más firme.

Mariel no salía de su asombro, semejante osadía no se la hubiera imaginado jamás y se apresuró a decir.
_Ese es un gasto muy grande para nosotras.

La mano en alto de Roberto la hizo callar. Una fiesta en la casa...la idea no le desagradaba, hacía tantos años que no hacían una, le intrigaba saber que más se traía entre manos esa jovencita, con gesto de evaluación le preguntó.

_ Y...a quienes invitarías ?
Silencio.
No habia pensado en eso!
Quienes?...apenas habia hecho dos amigas, una de las cuales era la maestra, las otras casi ni le dirigían la palabra, las lágrimas se agolparon, la respiración se hizo dificultosa y antes de romper en llanto escapó escaleras arriba.

Mariel y Roberto se miraron sorprendidos, por primera vez Mariel sintió el dolor de su hija, supo cuán sola se sentía y cuánto necesitaba parecerse a las otras jovencitas, levanto rápidamente las tazas, ordenó la mesa y se encaminó a la habitación de su hija.

Roberto ya estaba haciendo mentalmente la lista de invitados.










jueves, 12 de julio de 2007

X- Los hermanos

Mariel y Roberto siempre fueron dos hermanos bastante atípicos, las peleas fraternales jamás fueron parte de su niñez, compartían a lo largo del día diversos juegos, momentos de estudio; su padre nada propenso a que tuvieran amistades en el lugar los disciplinaba puertas adentro a su modo y criterio. De esa forma fueron creciendo...esa opresión paterna fue reflejándose en ellos de modo diferente. Mariel aún en su silencio se rebelaba con más frecuencia que su hermano, la mano dura de su padre y la ausencia de su madre en cuestiones domésticas iba moldeando una muchachita ávida de afecto y lo demostraba en sus consecutivos berrinches de niñita rica que sólo su hermano podía calmar...abrazándola. Nadie más podía acercársele, ella rechazaba cualquier contacto , su madre solo se ocupada de ella para programarle los vestidos de las fiestas que se daban en la casona.
Roberto en cambio sabia granjearse los favores de su padre, más hipócrita que Mariel podía anticiparse a los deseos de su progenitor y lo complacía servilmente, eso a ella la enojaba sobremanera y pasaba días enteros sin hablarle...aunque sabía que Roberto lo hacía sólo por aliviar la tensión del ambiente "familiar".
El vínculo fue haciéndose cada vez más férreo a medida que los años pasaron, ambos conocían al dedillo la personalidad del otro...cuando fingían ante su padre...cuando realmente estaban dolidos por alguna actitud...bastaba mirarse a los ojos para que el interior del otro se abriera como un espacio conocido.
Roberto supo a ciencia cierta, mejor que su padre que Mariel terminaría fugándose con ese campesino hosco e ignorante, que nada ni nadie podría impedirlo...ni los encierros a los que su padre la sometía ni a los ayunos de castigo. Su hermana poseía algo que él jamás tendría...espíritu indomable, convencimiento y esa llama interior que la hacía enfrentar a la peor de las adversidades con su rostro impasible.
Muchos años estuvieron alejados, él sabía de ella por los comentarios de la gente, por algún arriero que venia de la zona rural...y cuando llegó su hijo con su mensaje debió contener la inmensa alegría de verla nuevamente, de ayudarla, de poder compartír ese mundo que ellos tenían. Después de que ella se fue, sus padres hicieron de cuenta que habian perdido una hija, entre los llantos de su madre y los gritos de enojo de su padre poco a poco su nombre fue un recuerdo amargo en la casona, ni siquiera regreso para la muerte de su madre primero ni para la de su padre, 12 años después. Muchos creyeron que también habia muerto; para todos Roberto Méndez Larsen era el único heredero de la fortuna más importante de la zona.

martes, 5 de junio de 2007

IX- Adela y su madre

No habia que dejar enfríar el tema...así que a las 5 de la tarde del día siguiente literalmente "arrastró" a su madre calles abajo rumbo a la escuela de adultos, fue un trámite simple practicamente con decir que era la sobrina de Roberto Mendez Larsen estaba todo arreglado, ya de vuelta su madre caminaba en silencio como mirando al vacio, de reojo podía ver como esa mujer deslucida por la vida miserable del campo había sido otrora una distinguida damisela..."una Mendez Larsen" venida a menos por una mala elección, era Mariel Mendez Larsen pero se había enamorado del hombre equivocado...ella no permitiría que eso le pasara, su ambición no era conocida por nadie, ni su propia madre sabia del torbellino que gestaba en su interior, cómo se sentía maravillada por los escaparates atisborrados de ropa y accesorios, un gran abismo las separaba...la madre habia abandonado todo por amor; lujos, viajes, educación, status...la hija lo ambicionaba todo de una forma enfermiza...sin límites ni códigos...sólo necesitaba la oportunidad...ella haría el resto.
Los días trancurrían mansos, poco a poco fue incorporándose a la vida de ciudad, por las mañanas ayudaba en los quehaceres de la casa, la comida; después del almuerzo completaba alguna labor o tarea escolar y por la tardecita concurría a la escuela...en poco tiempo se había puesto a la altura de sus compañeros, tal era su empeño en superarse.
La maestra viendo su interés la motivaba con nuevas lecturas, incluso la ayudó con algunos modales que ella ni siquiera conocía, interiormente Adela estaba enojada con su madre pues ella jamás te habia dedicado tiempo para que ella aprendiera a ser una "damita", no se explicaba donde había ido a parar todo ese refinamiento en el que su madre se habia educado.
No tardó en llegar el momento en que se verían enfrentadas, a cada momento Adela le hacía notar a su madre lo tosca que se había vuelto, vencida y desgastada , Mariel apenas respondía a los embates de la muchachita que cada vez eran más osados, esa mirada de ternura era lo que más enloquecía a su hija, esa mansedumbre con que le respondía exasperaba a la joven hasta el delirio sólo un hecho hacia reaccionar a su madre...y era la proximidad de su hermano.
Cuando él estaba en la casa, además de servirle como era lo pactado, ella le hablaba dulcemente; era como si se transformara en otra persona...cada vez se notaba más ese cambio, hasta Federico en su indiferencia general lo comentó casi al pasar en su oido mientras esperaban el almuerzo...lo que no alcanzaban a dilucidar era si eso les agradaba o no.

martes, 22 de mayo de 2007

VIII - Adela

Acostumbrarse a la vida en la casa del pueblo fue maravilloso, ya no habia que acarrear el agua de la bomba que estaba en medio del campo, esos pesados baldes la ponían de mal humor cuando su padre a los gritos le decia que quería lavarse...todo su universo era limpiar, lavar los trastos, barrer el piso, a sus escasos 14 años el horizonte se reducía al patio de la casa y a veces a la iglesia del pueblo, sentía su vida tan miserable como aburrida, maldecía haber nacido mujer, veia como su madre envejecía sirviendo a sus dos hombres como decia...preparando la quinta para obtener alguna verdura, cocinar, lavar...llegar a la n0che cansada, las manos doloridas y la piel cada vez más ajada por las inclemencias del tiempo...su espejo era su madre. Y había decidido no terminar como ella, desde su pronta pubertad poco a poco había vislumbrado un futuro diferente y haría todo lo necesario para obtenerlo.
Después de los primeros días, el tio Roberto había dejado de ser ese personaje áspero que la miraba con indiferencia, veía a ese hombre como alguien refinado, poco era lo que podía comparar, solo con su padre y su hermano pero el hecho de que la tratara amablemente era para sentirse una princesa...descubrió a su tío observándola más de una vez cuando junto a su madre hacían las tareas de la casa...el confort y la mejor comida fueron dándole a su cuerpito desgarbado y flaco las formas de una muchachita en flor. Federico seguía peleándola hasta hacerla rabiar, más cuando dijo que quería aprender a leer y escribir, se burlaba de ella, su madre bajó la vista cuando Adela en medio del almuerzo lanzó su deseo de concurrir a la escuela de los grandes como le habia dicho esa chica con la que se encontraban en misa. Todo debía pasar por la aprobación del tío, ella lo sabia, su madre no tenía un céntimo y nadie la ayudaría en su proyecto, para sorpresa general Roberto estuvo de acuerdo, no era mucho gasto y era bueno que al menos aprendiera a hablar, a pesar de que le molestó lo que dijo se sintió feliz...era su primer logro.

domingo, 20 de mayo de 2007

VII - Recuerdos incontrolables

Mirando detenidamente a su hijo se vio en él años atrás, era como si sus recuerdos se vieran mimetizados con ese muchachote robusto para su edad, nunca se habia percatado del parecido que tenían; la espalda ancha, el cabello casi siempre desordenado cayendo a un lado del rostro en un mechón rebelde, de pronto se dio cuenta qué era lo tan familiar, su edad, eso...sus 17 años eran la mísma edad que él tenía cuando se vinieron al pueblo después de la muerte de su padre, sin poder controlarlo un escalofrío le recorrió el cuerpo.
Apoyado en el grueso barandal de la escalera observaba a Nacho con el paño de agua fría que su madre le había puesto para desinflamar, ella amorosamente lo humedecía nuevamente en el frío casi sin descanso; esa escena sí que lo impresionó...30 años atrás su madre y él estaban en las mísmas circunstancias; sólo que ella lloraba mientras le limpiaba la cara llena de sangre, le pedía , le imploraba que no se metiera más , que dejara las cosas así...él en su alma justiciera y rebelde no lo podía permitír, no lo soportaba...las nauseas superaban al dolor de recordar momentos antes a su hermana Adela luchando por liberarse de los brazos de su tio Roberto.

viernes, 6 de abril de 2007

VI - El griterio

que se escuchaba escaleras abajo lo sacó abruptamente de sus recuerdos, se incorporó del sillón y de tres pasos estaba en el pasillo, Marina llegaba al piso agitada, nerviosa, apenas articulaba palabra por la falta de aire, lo que decía era incoherente pero trató de calmarla para que le contara que pasaba, aún se escuchaban unos golpes cuando Marina alcanzó a decirle que unos hombres se golpeaban en la calle y en un empujón ambos aparecieron luchando en la sala de estar, como no habia forma de pararlos ella corrió escaleras arriba para avisarle mientras Nacho trataba de separarlos...pobre Nacho pensó y corrió a ayudarlo...Ahí estaba con la nariz sangrando por un golpe que no era para él. Los tipos ya casi groguis de sus propios golpes yacían a los pies de Federico mirándolo como pidiendo disculpas por haber tomado demás , sin preguntar siquiera entre ambos los arrastraron a la calle y ahí cerquita de la panadería de la esquina los dejaron.
Pensó en volver a subir pero decidió acompañar a su mujer que aún seguía nerviosa y mientras comentaban con Nacho los sucesos comenzaron a reír al ver que su naríz ya aparecía hinchada.

V- El tío

Roberto leía la carta a la vez que repasaba la figura del joven que tenía enfrente, éste permanecía de pie y con la cabeza gacha, como signo de respeto y obediencia, detuvo la lectura y con su vozarrón le preguntó si habia comido, casi tartamudeando el Fede dijo que no y por un segundo lo miro a la cara, pudo ver en ese muchacho la mirada de su hermana...tanto tiempo sin verse y ahora este joven le traia tantos recuerdos de su niñez; dejó el papel sobre la mesa, lo hizo sentarse, partió un buen pedazo de pan y se lo extendió junto con un trozo de bondiola casera, el muchacho se regocijaba ante el festín improvisado de su tío , poco a poco fue ganando confianza y se atrevió a estudiar los rasgos de ese hombre que apenas conocía ; alto, corpulento, de brazos renegridos por el frondoso vello, su rostro; curtido por el sol ostentaba un bigote grueso pero cuidado y sus ojos...sus ojos lo impresionaron cuando lo miró fijo al entrar, eran de un color negro tan intenso que parecian espejar lo que enfocaban. Finalizó la lectura de la carta y se encontró con la mirada del joven escudriñándolo, con desagrado pero ya resuelto le dijo que irían a buscar a su madre y a su hermana al día siguiente bien temprano, durante la tarde se dedicarían a acomodar un poco el lugar , habia un sector de la casa que estaba casi en ruinas, acomodaron tablones, clavaron maderas y despues de un intenso trabajo habian recuperado un ambiente que otrora debia haber sido una despensa. Roberto miró a su alrededor, sabía que había mucho para mejorar, ahora que volvería a tener mujer la casa todo se vería mas arreglado, desde que Alba habia fallecido , su mujer por 23 años, simplemente dejaba correr los días sin mirar a su alrededor, ahora aparecía ese muchacho con la noticia de la muerte de su cuñado , la desesperacion de su hermana ... sintió que su vida habia girado hacia un ángulo que jamás hubiera imaginado.

IV - La segunda vez

Cuando le contó al Carlitos camino al pueblo durante la mañana del sábado, éste se paró de golpe y reojeándolo pensó para sus adentros que el Fede como él le decia se habia chiflado o lo que es peor se estaba volviendo un maricón, así etiquetaba a esos que andaban por el pueblo y al menor incidente se retiraban de la contienda.
Federico se detuvo también y muy serio lo miró a los ojos, adivinaba lo que estaba pensando...se dio cuenta que no tendría sentido seguir con el tema y largando la carcajada lo convenció de que era una broma; interiormente sabía que acababa de perder la única oportunidad de contarle a alguien lo que sentía y que debería callar de ahí en más...pasara lo que pasara.
Su padre murió una mañana de Abril, en silencio, como el pájaro que cae del árbol en plena ventisca,en las semanas que sigueron toda la casa se sumió en un silencio espectral, él y su hermana Adela hablaban en voz baja para no importunar la tristeza de su madre, en realidad más que tristeza era una tremenda pérdida del norte, la pobre mujer conocía su estado financiero de la peor forma, ya no quedaban víveres y la cuenta en el almacén del pueblo era impagable aún vendiendo los escasos animales que tenían, como si esto fuera poco en la lista de calamidades se ubicaba en primer lugar el tener que desocupar las tierras que alquilaban hacía más de 23 años y que desde 3 que no pagaban. Después de varios días de darle vueltas al asunto decidió mandar a Federico a llevar una carta a su hermano, lo embarcó en el colectivo de las 7 de la mañana y se encomendó a todos los santos para que Roberto, le brindara el auxilio que necesitaba; casa y comida para tres a cambio de trabajo.
Para Fede el viaje sorpresivo era una aventura que jamás hubiera imaginado pero las mariposas que revoloteaban en su estómago mezcla de hambre y miedo no presagiaban nada bueno, cuando se enfrentó a su tío al término de las 5 horas más largas de su vida; entendió el por qué.

III - Al otro día

A la luz del sol el lugar se había vuelto familiar ya no se veian las sombras amenazantes que tanto lo atemorizaron, caminó tranquilo saboreando aún el gusto del café con leche, nada más gratificante que salír de la casa con la panza llena y calentita. Entró al establo, recorrió con la mirada los pocos trastos, todo estaba en su lugar, hasta las alpargatas viejas desparramadas en el apuro, se las puso y preparó al tordillo para arar el último tramo que le quedaba, sabía que a eso del atardecer podría empezar a tirar las semillas para el nuevo maizal. Mientras la tierra se abría a su paso formando el surco su cabeza repasaba los acontecimientos de la noche anterior, no alcanzaba a comprender el por qué de su miedo, si no habia visto nada, sólo su oido conocedor de los sonidos del lugar le advertía que algo pasaba, los resoplidos del animal lo sacaron abruptamente de sus pensamientos, adelante a pocos metros estaba el Carlitos, su compañero de andanzas los fines de semana, iba de pasada rumbo al puesto de la estancia vecina donde trabajaba , se saludaron brazo en alto y poco a poco su figura se perdió en el monte de álamos que dividía el paraje. Faltaba poco para el sábado, sabía que solo con él hablaría de lo que sintió, apuró el paso quería terminar antes de que cayera la nochecita.

II -La primera vez

Desenganchó el caballo del arado que su padre había improvisado, un fierro retorcido que se clavaba en la tierra abriéndola con tres dientes profundos, había que pararse encima y azuzar al caballo para que caminara , tirara con fuerza y llevarlo mas o menos derecho para ir delineando el surco. Cinco horas había estado a pura fuerza y sudor, le dolian los músculos de los brazos y las piernas, a sus dieciseis años era el único mundo que conocía, el del trabajo, además claro de los domingos en el pueblo.
Le dio una refrescada al animal y en el último baldazo sintió que alguien lo observaba, se dio vuelta rápidamente, ya caía la noche y no era para andar haciéndose el valiente, estaba como a trescientos metros de la casa, solo o al menos eso creía...recorrió con la vista los alrededores y no vio nada que le hiciera sospechar la presencia de alguien más. Desechó la idea y se rió para sus adentros de lo cagón que era, a pesar de su metro ochenta casi y su contextura robusta no le agradaba nada la idea de tener que enfrentarse a algun animal , le habían hablado de unos jabalíes en una aguada cercana, y a pesar de haber pocos, la presencia de un puma no sería nada de extrañarse.
Se cambió las alpargatas medio a los saltos, encerró el caballo en el establo, una especie de cerco de troncos de álamo, firmemente atado con alambre, arriba; unas chapas agujereadas clavadas sobre dos tirantes resguardaban al equino de cualquier ataque, le dio de comer, un par de palmadas y cerrando la precaria puerta salió rumbo al rancho. Eligió el sendero que marcaban los eucaliptus, era su preferido por la humedad y el aroma que emanaban, a paso firme sentía el ruido de las ramas que crujian debajo de sus pies...se detuvo, miró alrededor escudriñando ya la oscuridad, silencio, mas que los grillos y algún perro a lo lejos no se escuchaba nada. Apuró el paso, ya se divisaba la luz de la casa al final de la espesura, sentía que el corazón se le salía del pecho, la transpiración le corría por la frente, abrió la puerta con la fuerza de un vendaval, todos se sobresaltaron, con la voz entrecortada y jadeando balbuceo un buenas noches.
Después de refrescarse, se sentó a la mesa familiar, su padre ya había cortado un salamín y le alcanzaba una rebanada sobre el pan, pronto estaría la cena, se sentía reconfortado, el sobresalto habia desaparecido pero le quedaba una sensación que nunca habia experimentado. Miedo...un miedo diferente al que se siente por un animal que puede atacar...miedo a...a no saber qué es...a lo desconocido. Se prometió que al día siguiente no esperaría a la noche para volver a la casa.

CAP I - El estudio

Cuando Federico entró al cuarto sólo vio los muebles que se recortaban en la penumbra, la débil luz que traspasaba la ventana apenas lo dejaba andar a tientas hasta la lámpara del escritorio, la llave de la luz de la entrada no funcionaba hacía ya varios días y ni siquiera habia atinado a desarmarla para ver si era solucionable aún con sus precarios conocimientos, la verdad era que no tenía ganas, le daba igual. Interiormente pensaba que era mejor así, nadie entraría al ver que estaba sin luz, menos las mujeres de la casa. Era su lugar, sin visitas inoportunas ni limpiezas irritantes que dejan todo patas arriba, cada lugar de su estudio guardaba un retazo de su vida, a sus 49 años se consideraba un hombre de experiencia aunque a menudo lo asaltaban recuerdos que lo hacían parecer un niño, nadie sabía de esto, ni siquiera el Dr.Andrade, amigo entrañable, psiquiatra y excelente compañero de truco a la hora de los desafíos en la confiteria del club.
Hace tiempo se había tomado la costumbre de escribír algunos de esos recuerdos, en realidad ya no sabía si eran recuerdos, sensaciones o simplemente su imaginación jugándole una mala pasada. A la luz de esa lámpara ya vieja y oxidada en su base había llorado, reído, expresado su enojo y hasta temido por su razón.
Se sentó en el mullido sillón, era el único mueble relativamente nuevo , por primera vez se planteó seriamente en darle a esa habitación el lugar que se merecía, la de verdadero estudio, en realidad era una especie de desván, de depósito de trastos viejos y él poco a poco la fue haciendo suya, desde hacía unos 9 años todos en la casa sabían que le pertenecía y respetaban su privacidad cuando pasaba horas allí encerrado.Ni siquiera Marina, su mujer, era capaz de invadír ese espacio tan preciado.
Hoy, la angustia...esa opresión que sentía en el pecho le marcaba un rictus en la comisura de la boca que se parecia a la desesperación, acercó la lámpara, enderezó la hoja de papel, tomó la birome y se dispuso a escribir...

miércoles, 7 de marzo de 2007

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